Este ha sido nuestro primer viaje cicloturista de larga distancia, por etapas. Elegimos esta ruta teniendo en cuenta que ya andamos en los cincuenta y algo más (Antonio) o algo menos (Susana) y, aunque solemos usar la bici a menudo, no queríamos cuestas. Hemos disfrutado mucho el viaje y pensamos repetir el próximo año con otra ruta nueva (que, en la medida de lo posible, tampoco tenga cuestas). La ruta discurre por un paisaje ribereño, con vocación agrícola (casi un monocultivo de viñas para vino, el exquisito “Riesling”), pequeños pueblos coquetos, y algunos castillos más impresionantes. A continuación, os detallamos nuestra experiencia.


1ª etapa: Tréveris – Trittenheim (40 km)
Llegamos a Tréveris en autobús desde el aeropuerto Frankfurt Internacional. Nada más llegar, en el hotel nos esperaba Gabriela (empleada de la agencia) que nos dió todas las instrucciones y el material. ¡Qué ilusión! Tréveris es una ciudad muy bonita, con numerosos monumentos de origen romano que no hay que dejar de ver. Nos damos una vuelta, y cenamos.
Salimos a la mañana siguiente con un poco de lluvia que nos resultó hasta agradable. En esta primera etapa, sólo hay un pueblo a mitad de recorrido donde se pueda comprar algo para comer: Schweich. No obstante, nosotros comimos en Pölich, en el restaurante de uno de los muchos campings que jalonan la ribera del Mosela.
En Trittenheim, muy cerca del hotel Galerie Riesling, hay un supermercado que abre a las 07:00; allí fuimos a la mañana siguiente para aprovisionarnos. En nuestro caso, nos cambiaron de hotel (teníamos contratado el Galerie Riesling pero nos mandaron al Krone Riesling; sin problema alguna, son de la misma categoría y la habitación y el desayuno estuvieron muy bien). Hay bastantes sitios donde cenar; nosotros fuimos a un restaurante cerca de la iglesia. Allí nos tomamos una botella de Riesling (el vino de la región, fresco y con muy poca graduación).
2ª etapa: Trittenheim – Zeltingen (35 km)
Esta etapa es relativamente corta. Habíamos comprado provisiones en Trittenheim, pero existe la alternativa de Bernkastel-Kues, visita obligada por ser un pueblo precioso donde hay muchos sitios para comer. En la orilla izquierda hay servicios gratuitos y supermercados. Se pueden comprar provisiones para la 3ª jornada pues en Zeltingen nosotros no encontramos ningún sitio.
En Zeltingen-Rachtig (en realidad Rachtig) cenamos en el «Kloster Machern Brauerei Museum» (un museo de una industria cervecera), en la orilla izquierda del río. Se come muy bien y el ambiente es magnífico y, dado el lugar, en esta ocasión en vez de vino cenamos con cerveza. El hotel Deutschherrnhof fue, con diferencia, el mejor hotel de este viaje, tanto por la calidad de la habitación como por el desayuno y la atención del personal.
3ª etapa: Zeltigen-Rachtig – Zell (35 km)
Esta etapa, junto con la cuarta, fueron para nosotros las más bonitas: el carril bici transcurre entre zonas, a veces, boscosas, y la ribera del río. Llegamos a Zell descansados y con tiempo para echar una siesta. El hotel de Zell está situado en el centro del pueblo. Esta población es más grande que las que llevabamos visitadas hasta el momento. Antes de cenar, dimos una buena caminata hasta un mirador situado en la ladera del valle, desde el que se otea uno de los meandros del Mosela. Cenamos en el Wienbar Alte-Stadtmauer donde tomamos una botella de Riesling “Gato Negro”, y uvas con queso y un filete de cerdo aliñado riquísmos.
Dando un paseo por la orilla del Mosela vimos que era posible ir en barco desde Zell hasta Cochem (a mitad de la siguiente etapa y visita obligada por su castillo). Lo pensamos un poco y, teniendo en cuenta que la siguiente etapa era de 50 km, decidimos que haríamos en barco Zell-Cochem y, en bici, desde Cochem hasta Treis–Karden.
4ª etapa: Zell – Treis-Karden (50 km)
Amaneció con niebla baja sobre el Mosela, señal de que haría un día soleado. Desayunamos y nos fuimos hacia el embarcadero. El barco zarpó a las 10:00. El recorrido por el río es bucólico, pasando por dos esclusas. Dos horas más tarde llegamos a Cochem; buscamos dónde dejar las bicis (no hay problema alguno, hay un aparcamiento muy grande en la zona de embarcadero junto al río) y subimos al castillo. Antes, comimos un bocadillo de jamón al horno en un local pequeño en el que también tienen comida para llevar, con varios premios por la calidad de la comida: Metzgerei & Schlemmertheke Equit. La subida al castillo es muy empinada, hacía calor e íbamos con el estómago lleno. El castillo es espectacular pero lo tienen preparado como un parque temático, con extras disfrazados y actuaciones; decidimos que no era el tipo de visita que más nos gustaba y nos dimos la vuelta. Lo vimos sólo por fuera, es hermoso.
Ya en las bicicletas, continuamos la etapa para hacer los últimos kilómetros. Compramos agua y unas chocolatinas en una estación de servicio a la salida de Cochem; también hay bocadillos por si se quieren comprar provisiones para la última etapa (que sería el siguiente día).
Llegamos a Treis-Karden y nos dirigimos al hotel. Salimos a cenar, no hay muchos sitios. Nos sentamos en una terraza y nos sirvieron salchichas y una pizza típica de la zona. En el pueblo (Karden) no hay mucho que ver pero en la otra orilla (Treis) la situación es distinta: hay mucha gente joven y el pueblo es más bonito y alegre.
5ª etapa: Treis-Karden – Coblenza (40 km)
Salimos temprano con intención de visitar el castillo de Eltz (¡no hay que perdérselo por nada del mundo!). Hay que desviarse unos kilómetros de la ruta, dejar las bicis en una zona vigilada y hacer una subida de 2,5 km a pié por un bosque ¡merece la pena! El castillo tiene una visita guiada en inglés y en alemán. La caminata por el hayedo hasta el castillo también merece la pena.
Nos quedaban por delante los últimos 35 km de nuestra ruta hasta Coblenza. Como no habíamos comprado provisiones, paramos en un restaurante en ruta que, prácticamente, abrieron amablemente para nosotros. En el último tramo nos tuvimos que desviar por obras en el carril bici. Hicimos una última parada a unos 5 km del centro de Coblenza para hidratarnos un poco antes de llegar al final de nuestro viaje. Llegamos al Deutsches Eck, el monumento que jalona la confluencia de los dos ríos: Mosela y Rin. ¡Lo conseguimos! Seguimos paseando por la orilla del Rin y nos dirigimos al hotel Hamm, donde, con un poco de nostalgia, entregamos las bicis. Comentamos entre nosotros, y coincidimos, que nos queda la sensación de querer seguir pedaleando más etapas …
Notas finales para futuros cicloturistas
En muchos pueblos, casi nadie habla inglés, ni siquera en los hoteles.
También nos hemos encontrado que en muchas pequeñas tiendas en las que nos hemos aprovisionado, no aceptan tarjetas de crédito o débito. Por lo tanto, os recomendamos llevar algo de dinero en efectivo.
La lluvia no debe acobardar: un chubasquero y seguir pedaleando. Al menos para nosotros fué suficiente, pronto deja de llover y vuelve a salir el sol.
El viaje es totalmente recomendable, la ruta es muy bonita y asequible; la recomendamos, en especial, para “seniors” como nosotros, familias con niños, o quien desee tener su primera experiencia cicloturista. No obstante, estamos seguros de que la ruta agradará también a cicloturistas experimentados.
Por último, deseamos resaltar la magnífica gestión del viaje y profesionalidad de “viajesenbicicletas”
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